Faltóme el tomate, Dulcinea. Quísose irse el pimiento morrón a freir espárragos a las Batuecas. Desentendíme por hartazgo de las fresas y fresones, como tus labios, de esa ciudad del Sur de chanza, chiste barato y campos.
A lo mejor no supe ver que había más material de color, que colores en los materiales.
No fijéme en botes de Cola Cao, paquetes de Ducados rubio, palanganas, recogedores y botellas de Martini.
Solo miré a las huertas del labriego terronero, el de aquí, el que suda al amanecer y al ocaso, el olvidado de los supermercados, el que rasca del fango y polvo reseco para rellenar despensas, el que acude azaroso a mos mercadillos de los sábados y regresa cabizbajo al acabar el mediodía del mismo. El pagado a cuatro duros en la calidad de sus ventas, para que en su jubilación disfrute de migajas y solo llegué a comtemplar y oler cómo resuellán de hastío y placer terratenientes, magnates, oligarcas y asalta trenes que nunca se mancharon sus bonitas manos del barro de los pueblos.
Solamente en rojo llego a ver con mi vista cansada ya, algunas lechugas moradas, naranjas valencianas, guindillas de Navarra, calabacines astures y reinetas de lagar oscuro, pan con tumaca catalán, pisto manchego, mojo picón canario, pulpo gallego y su pimentón picante, marmitako vasco, un buen caldo de Cariñena para acompañar con choricillos, (a la sidra o a la brasa).
Aunque sean morados, que del rojo vienen, ajos de Corella o Tafalla, un buen gazpacho, (freco, fresquito), tiznao manchego de Ciudad Real (con alguna berenjena), cerezas de Coria, tierra extremena de descubridores de talentos y paladares, mejillones gallegos de Rias Baixas, tumbet mallorquín
...
(A vuestra salud)
...Y tierras que se me olvidan por falta de arreos y arrestos de mi buen Rocinante, que como mirandés, Babieca nunca tuve. Ni tendré, que antes prefiero rucio...
Y que aproveche, Otro día, con un mate al lado, hablamos de más amigos. Dadme tiempo.
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