AMOR, (2012)

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AMOR (2012), (127 minutos aprox.)

TÍTULO ORIGINAL: Amour (Love)

DIRECCIÓN Y GUIÓN: Michael Haneke

MÚSICA: Tomada de piezas de Franz Schubert, Ludwig Van Beethoven, Johann Sebastian Bach

FOTOGRAFÍA: Darius Khondji

REPARTO: Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert, William Shimell

Coproducción Francia-Alemania-Austria

PREMIOS EN 2012 Y 2013: Oscar: Mejor película de habla no inglesa. 5 Nominaciones, incluyendo película, Festival de Cannes: Palma de Oro (Mejor película), 5 Premios César, incluyendo mejor película y director. 10 nominaciones, Globos de Oro: Mejor película de habla no inglesa, Premios del Cine Europeo: Mejor película, director, actor y actriz. 6 nominaciones, Critics Choice Awards: Mejor película de habla no inglesa. 2 nominaciones, 2 Premios BAFTA: Mejor película extranjera y actriz (Riva). 4 nominaciones, Independent Spirit Awards: Mejor película extranjera, Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera, National Board of Review (NBR): Mejor película extranjera, Asociación de Críticos de Los Ángeles: Mejor película, Satellite Awards: Nominada a Mejor película extranjera y mejor actriz (Riva), Premios Guldbagge: Mejor película extranjera
SINOPSIS: Georges y Anne, los ochenta cumplidos, son dos profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija también se dedica a la música, y vive en Londres con su marido británico. Un día, Anne sufre un infarto. Al volver del hospital, un lado de su cuerpo está paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)

CRÍTICAS SESUDAS O ALGO ASÍ.

"Magnífica en su simplicidad y en su implacable honestidad acerca de la vejez, la enfermedad y la muerte (...) No hay un paso en falso ni una sola escena superflua" (Deborah Young: The Hollywood Reporter)
"Obra maestra (...) Una tierna, desgarradora e impecablemente dirigida historia sobre el amor y la muerte" (Manohla Dargis: The New York Times)
"Deslumbrante y lúcido paseo de Haneke por el dolor y la muerte. (...) pese a la aparente frialdad, cada segundo de metraje conmueve. Conmociona y arrasa." (Luis Martínez: Diario El Mundo De Pedro Jota)
"Haneke se muestra casi tierno (...) realiza una aproximación rigurosa a la vejez sin caer en el tremendismo y evitando el inútil ternurismo (...) Una película que, de alguna manera, humaniza a Haneke. Lo reconcilia con la vida." (Salvador Llopart: Diario La Vanguardia)



UNA CRUEL Y REAL PELÍCULA:

“Una chica por detrás, dejó escapar uno de los pocos comentarios que los impresionados espectadores hicimos mientras nos encaminábamos algo aturdidos hacia la salida: "Parece que venimos de un velatorio" (Comentario vertido desde Filmaffinity)

¿Puede la muerte ser tan amarga y tan odiosa como nos la ofrecen a los que seguimos vivos cuando desaparece entre sus fauces un ser querido, un ser amado? ¿Puede la muerte ser un puente para que un espíritu cansado se libere de sus ataduras, harto ya, aún a pesar de dejarnos morir porque no queremos que ese ser amado desaparezca? ¿Puede la muerte ser un agobio, una prueba de resistencia para los que permanecen atados a la monotonía del día a día cuando nos abandonan irremediablemente? ¿Seríamos capaces de matar por amor, de que no nos importen las cadenas sociales cuando quitamos el respirador al ser que más amamos, al que más queremos y todo por amor? ¿Podrán nuestros descendientes, nuestros mismos hijos compartir la agonía que compartimos con nuestro ser querido que nos agoniza, que se nos va, de compartir nuestra agonía por amor? ¿Llegarán a entenderlo algún día hijos, vecinos, conocidos o magistrados?

El sobrio director alemán Michael Haneke (“La Cinta Blanca”, “Funny Games”) nos sumerge en su última y sobrecogedora película “Amor” en un debate interno del que nadie puede salir bien parado. Sobre todo si ya se frisan los sesenta, notas que te estás agotando física, síquica o emocionalmente, o si una enfermedad terminal y agónica te acompaña. Y ahí, la edad no importa. Nos daremos cuenta tarde y a regañadientes que los demás que creíamos seres queridos y que tendrían que estar a tu lado, se despojan de su armadura, se muestran tal y como son y desaparecen para siempre. Si se tiene algo de suerte te pueden quedar a lo sumo, un par de compañeros indesmayables. Alguien que piensa en ti y La Soledad, eterna compañera de locos y ancianos que nunca falla a su cita. Como la Muerte. Otra cosa será que luego los allegados que han desaparecido tengan remordimientos de conciencia cuando el final no tiene remedio y se echen las manos a la cabeza por su desidia insolucionable.

Sin rozar nunca el melodrama lacrimógeno, salvo acariciarlo suavemente en contadas escenas que encogen los ánimos, que son capaces de mostrarnos diez minutos de angustia ante el final predicho sin mover apenas la cámara, Haneke nos obliga a debatirnos, a cuestionarnos, si al cabo de los años seguiremos teniendo las convicciones que atesorábamos de jóvenes, si perdurará esa alegría y esa lucha por el Saber, por el Vivir y por Respirar o si podremos llegar al límite físico y síquico aunque nos duela y aunque nuestros descendientes y vecinos no nos lleguen nunca a entender. Haneke va más allá y nos lo presenta a través de un dúo de ancianos octogenarios que agonizan cada uno a su manera (excelentes con diferencia del resto del elenco, menos la intervención de Isabelle Huppert, tanto Jean-Louis Trintignant como Emmanuelle Riva).





En un escenario fantasmal, con una triste fotografía ocre (Darius Khondji, “Seven”), el domicilio de esta pareja se asemeja a un panteón para muertos en vida que ven como la misma se les escapa de las manos. De una parte la degeneración provocada por una enfermedad y de otra la imposibilidad de mejorarla, de paliarla o de ralentizarla. Para eso el rol de Trintignant recurrirá a todos los imposibles ante la amada persona que se le va de entre los dedos, para llevar a cabo una idea tan pensada, tan lícita que esa sería la opción acertada para muchos como descabellada sería para cerebros y mentes de un dedo escaso de grosor.

“Amor” es una película triste, muy triste y muy desasosegante (podría pasarnos a cualquiera) pero real y dramáticamente cruel. La apoya una banda sonora que hará las delicias de más de un melómano y una fotografía (ocre, muy ocre, insisto. Con muchos claroscuros) que podría forzarnos a ver un gris completo, un gris idéntico a la vida de los protagonistas, a una pareja que asume la tragedia que se les avecina y que intentar dar bocanadas donde el aire ya no existe y la asfixia que les invade llegará a ser total. La humillación de todos los personajes (cada uno se siente humillado e impotente a su manera) está latente en toda la cinta pero la debacle, el terror del día a día, la desesperación no aflora. Haneke solo nos deja intuirlo, sin matices, para que seamos nosotros mismos los que vayamos tejiendo la urdimbre del ocaso, con toda la crudeza que es capaz sin llegar a aterrorizarnos. Para sentir miedo ya lo tendremos en la calle con nuestros allegados. Eso se podrá convertir en pánico, pero el director ya nos había avisado.

Viendo "Amor" me ha sido imposible no relacionarla con cintas como: "Dejad paso al mañana" (Leo McCarey), "El hijo de la novia" (Juan José Campanella), "Cuentos de Tokio" (Yasujiro Ozu), "En el estanque dorado" (Mark Rydell) o el final de “Muerte en Venecia”. Y aunque la trama no es exactamente la misma, otra despreciada por muchos por lacrimógena y española: “Y tú ¿Quién eres?”

Por cierto. ¿He sido yo el único que ha visto en la película dos finales encadenados entre sí que se unen con el principio, como si todo el film fuera un tour de forcé a base de flash back?

Para acabar. Si estuviéramos en la piel de Trintignant, ¿Haríamos lo mismo? ¿Amaríamos hasta ese punto? Película recomendable al cien por cien y ya lo siento que estas notas lleguen con retraso porque el estreno y este comentario llevaban días hechos. Pero es lo que hay. Cosas de fuerza mayor. Atrévanse a verla y vívanla.