Deóbriga. Mirandesa, autrigona y de ésta, nuestra república independiente

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PRIMERA PARTE
Ésta bien podría ser una pequeña colección de historias a borbotones intentando recuperar nuestra identidad arcaica y observar cómo otros se duermen en los laureles. Si no salen las "afotos" estaremos en ello, porque para vaskitos listos y castellanos de ribera baja somos palurdos desmemoriados...
Y un jamón.

Una ciudad en ruinas
24.10.10
CRISTINA ORTIZ |
La Junta ha sido insensible a la solicitud de declarar el yacimiento de Arce-Mirapérez un Bien de Interés Cultural
La falta de apoyos hace que Deóbriga siga enterrada siglos después de los primeros estudios sobre su importancia. Historia e industrialización viven enfrentadas desde hace décadas en la ciudad y, hasta ahora, empresas e infraestructuras han salido victoriosas frente a la arqueología en las distintas batallas que se han librado sobre el yacimiento de Arce-Mirapérez.
Las máquinas han entrado sin miramiento con anterioridad en algunas partes de las 26 hectáreas que ocultan bajo su suelo los vestigios de lo que fue Deóbriga, el embrión de Miranda. Los estudios realizados por distintos historiadores en varias épocas recogen los impactos que sobre la zona han tenido los trabajos agrícolas, pero sobre todo los industriales, como la construcción de un gasoducto en la década de los 90 para la papelera o la propia ubicación en el entorno de las plantas de Montefibre y Fefasa (Rottneros en su última etapa).
Circunstancias a las que ya aludió el arqueólogo Rafael Varón, en un artículo aparecido en Estudios Mirandeses 2008, de la Fundación Cantera. En su opinión, «el desmedido interés por una rápida industrialización de la comarca mirandesa, acabó en aquel momento con un sector del yacimiento de época romana, aunque no podamos llegar a cuantificar en qué extensión».
Pero los suyos, aunque sean los últimos, no son los únicos trabajos que se han realizado para demostrar la existencia de unos restos de gran valor. Con anterioridad, unos cuantos trataron de poner el foco de atención sobre Arce-Mirapérez, aunque sin éxito, ya que nunca ha existido un proyecto para ponerlo en valor y dotarlo de la entidad que sí tienen ahora espacios como Clunia o Numancia.
El primero sobre el que hay referencias históricas fue Diego Lorenzo Prestamero, quien, según recoge Varón en su tesis, fue «quien dio a conocer el yacimiento a la incipiente comunidad científica del siglo XVIII».
El testigo lo tomó Remigio Salomón que recogió su actuación en el Semanario Pintoresco Español en 1854. Su trabajo de campo, además de hallar restos de mosaicos y pavimentos, le permitió exhumar una pequeña estatua de bronce de 15 centímetros que podía representar a Palas Atenea y que hoy está desaparecida. Cuatro décadas después fue Teodoro Sáez quien escribe sobre Arce y habla de la presencia de dos necrópolis, un acueducto e infinidad de monedas. Elementos todos ellos que prueban «su antigüedad».
No hay noticias que atestigüen otro trabajo hasta casi un siglo después, cuando -según recoge el estudio de Varón- en 1973 José María Solana retomó las excavaciones con el objetivo de «localizar con precisión el sitio exacto del hábitat».
Pero no fue hasta 2 años después cuando la investigación toma cuerpo con la publicación de la 'Carta Arqueológica Provincial de Miranda de Ebro' de José Antonio Abásolo que descubría, según el autor, «la necrópolis celtibérica del poblado».
Una antigüedad que vendría a confirmarse ahora gracias a los hallazgos de las excavaciones que se realizan en este momento en una zona reservada para el paso del vial de Ircio y que, si nada o nadie lo remedia, sepultará el ángulo noroccidental de Arce-Mirapérez.
Olvido y obras
Tras esas actuaciones arqueológicas que se concentraron en los años 70, la zona volvió a caer en el olvido en lo que a la tarea investigadora e histórica se refiere. No sucedió lo mismo con la actividad urbanística que llegó a los márgenes de valor arqueológico, «afectando a zonas importantes del yacimiento sin que se produjese ningún tipo de control sobre los posibles daños causados al mismo», como reconoce el extenso estudio de Varón.
Entre esos destrozos, se apunta al trazado de la carretera de enlace de la BU-740 con el Polígono Industrial de Bayas como causante de la desaparición de una necrópolis. A esto, se suma la construcción de una urbanización paralela a la carretera en el flanco norte del núcleo urbano de época romana.
No han sido las únicas agresiones al patrimonio, con el agravante de que las más recientes se han realizado cuando ya se había inventariado y delimitado el área de protección de yacimiento y se había incluido en los instrumentos de ordenación urbanística local.
Y puede haber más si sigue adelanta la ampliación de la calzada de la carretera de Logroño -actualmente en estudio informativo y del que el PP mirandés ha pedido su paralización- se sepultarían 10.000 metros cuadrados de las 26 hectáreas en la que se estima hay valor arqueológico. Pero es algo que ya se sabía y que Varón, en palabras que El CORREO recogió en febrero de 2009, ya advirtió.


A la espera de ser BIC
Desde hace algo más de una década ha sido prácticamente este arqueólogo mirandés el único que ha trabajado ahí, acompañado, evidentemente, de un equipo de especialistas en varias ocasiones y de voluntarios en otras, como en 1999. Ya entonces, las conclusiones del estudio remitido a la Junta apostaban por declarar el yacimiento Bien de Interés Cultural (BIC) y advertían del peligro de la urbanización de la zona en lo referido a la construcción de un vial para unir los polígonos de Bayas e Ircio, así como la instalación de una Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR).
Advertencias todas ellas hechas públicas y que han caído en saco roto, pese a las denuncias interpuestas ante Patrimonio. La depuradora lleva varios años en funcionamiento y quedan apenas 300 metros de carretera por construir para unir los dos parques industriales.
Y eso, que excavaciones arqueológicas para saber lo que entierra ese suelo ha habido, dando como resultado además constancia de su valor.
Sólo la de 2004 logró imponerse al proyecto de construcción de un polígono industrial en terrenos de Rottneros. Tal y como recogió este periódico, un año más tarde, en abril Patrimonio descartó su construcción. En ese mismo ejercicio, se volvió a trabajar para comprobar la afección que tendría en el yacimiento la construcción del vial. Se demostró que afectaría y se varió su trazado aunque no lo suficiente para bordear el área arqueológica. Pero aún se podría reformar el proyecto en opinión, por ejemplo, del colectivo de arquitectos de la ciudad, o del constructor José Luis Montes que, en este periódico, han hecho pública su preocupación por los daños irreversibles que la obra puede causar.
En 2006 se volvió a intervenir «de urgencia» por los perjuicios que la construcción de una rotonda en la carretera de Logroño estaba provocando. Y ahora se trabaja allí de nuevo para documentar y salvar aquello que va a ser sepultado por el vial de Ircio, para el que Gesturcal solicitó licencia de construcción en enero de 2009. Aunque la obras no empezaron hasta 14 meses después, en marzo de este año.
Expertos y estudiosos no dudan a estas alturas de la importancia de un yacimiento del que se tiene constancia escrita hace varios siglos y del que ya reclamaron en 2007 su protección a las instituciones en declaraciones recogidas en este medio el 6 de junio. pero no hay administración que apueste por ponerlo en valor, pese a que en su defensa se pueda argumentar que sería una fuente de riqueza cultural capaz de generar empleo, potenciar la investigación y atraer turismo, y todo ello apostando por valores de sostenibilidad.


Murallas y un foso celtibéricos
Los nuevos hallazgos permitirán reconocer a Deóbriga como el lugar con las ruinas de esa época más importantes de Castilla y León
24.10.10 - C. ORTIZ
Una puerta de acceso al poblado, parte de un foso defensivo y restos de unas murallas halladas durante la actual campaña de excavación en Arce-Mirapérez permiten identificar a Deóbriga como el lugar que alberga «las ruinas celtibéricas más importantes de la comunidad». Un dato que figura en el dossier que el constructor mirandés José Luis Montes remitió hace unos días a los máximos representantes de las administraciones que podrían tener algo que decir.
Entre ellos se encuentran Juan Vicente Herrera, Vicente Orden Vigara, Fernando Campo, Julián Simón de la Torre, Borja Suárez y Enrique Saíz, director regional de Patrimonio. A todos ellos, dada la trascendencia de los restos encontrados, les cuestiona «cómo es posible que miren hacia otro lado cuando se van a destruir las ruinas».
Hoy, cuando apenas se ha profundizado en lo que pudo representar el asentamiento para la historia del entorno, ya se sabe que «el castro celtibérico y la posterior ciudad romana están asentadas sobre una superficie de 26 hectáreas» que llegaría a tener unos 6.500 habitantes -250 por hectárea- en el momento de mayor auge. Superficie que delimitan las vías romanas (cardos y decumanos) que se cruzan en ángulo recto siguiendo los puntos cardinales.
Constancias que, en su opinión, hacen de Arce- Mirapérez «un gran asentamiento poblacional cuyas ruinas merecen ser salvadas de la destrucción».
Y para ello, estudiadas. Ya antes del giro dado con la excavación actual, Varón reconocía que «la investigación sigue siendo incompleta» y deberá hacerse en el futuro.
Por lo que ya se sabía -porque sobre lo ahora ha aparecido la Junta guarda silencio- Arce-Mirapérez acoge la antigua ciudad de Deóbriga. Un asentamiento de tipo urbano, «con una retícula octogonal bien definida que empezaría su andadura entre el final de las Guerras Cántabras y el cambio de era para eclosionar pasada la mitad del siglo I d.C., probablemente en relación con el edito de Latinidad de Vespasiano y se mantendría en vigor, al menos en su etapa romana y en el área analizada, hasta el siglo V d.C.».
Teoría que en su momento recogió Rafael Varón en las conclusiones de su tesis y que ahora tendrá que revisar al amparo de los nuevos hallazgos.
De lo que no tiene duda es de que la identificación de esta nueva ciudad así como su inclusión en las investigaciones sobre modelos de asentamiento «ayudarán a complementar, al menos, el panorama de la Romanización del Norte de Hispania».

Vista general del yacimiento de Arce-Mirapérez desde los pies del cerro El Infierno. La aldea de Arce se ubica a la derecha de la fotografía.

Datos Generales
Ubicación
42°40′36″N2°54′10″OCoordenadas: 42°40′36″N 2°54′10″O

Habitantes Previamente,autrigones

Fundación En torno al s. III a.C.

Desaparición En torno al siglo V

Provincia Tarraconense

Administración
Correspondencia actual Miranda de Ebro
España

Deóbriga es el nombre de una ciudad que ha sido ubicada en el yacimiento arqueológico de Arce-Mirapérez situado en Miranda de Ebro, en la provincia de Burgos(Castilla y León, España).
El conjunto arqueológico de Arce-Mirapérez alberga los restos de época autrigona correspondientes a la citada ciudad de Deóbriga así como su posterior transformación en una ciudad romana. Fue, durante los siglos I y II, una de las principales ciudades de la calzada Ab Asturica Burdigalam. Sobre el yacimiento se localiza actualmente la pequeña aldea de Arce.1

Ubicación
Arce-Mirapérez ocupa paso estratégico debido a que se ubica junto a un antiguo vado en el cauce del río Ebro que permitía cruzarlo. Los restos arqueológicos ocupan una superficie de más de 26 hectáreas delimitadas por los ríos Ebro y Zadorra, una urbanización residencial y una planta papelera (FEFASA). Dista poco más de 3 km de Miranda de Ebro, municipio al que pertenece, y se accede por la carretera de Logroño (BU-740). Los últimos estudios aseveran que en éste yacimiento se encuentra la ciudad de Deóbriga.2
Controversia en su ubicación
Durante años se ha intentado ubicar el punto exacto de Deóbriga entre varias poblaciones. Algunos la fijaron en Puentelarrá,3 otros en Briones,3 o en Cabriana[cita requerida]. Govantes la ubicó en Briñas.3 Este mantuvo que esta ciudad estuvo situada entre dos orillas del Ebro comunicadas por un puente junto a un amplio meandro. Con el tiempo el puente hubiese desaparecido y se hubiera formado varios poblados, en un orilla Dondón y Tondón hoy desaparecidos, con raíz, Deo, Theos y Tono y en la otra Briñas, a partir de la partícula celta briga. El hecho de que no se encontrase ningún resto arqueológico ni fuente documental sobre ésta hipótesis hizo perder fuerza a la tesis de Govantes. Tampoco se sostienen las tesis de Domingo Hergueta y Martín debido a que el material arqueológico al que se refiere es muy reducido.
En las últimas décadas del siglo XX, así como a comienzos del siglo XXI, se intensificaron las prospecciones en el yacimiento de Arce-Mirapérez hasta que en 2004 un estudio arqueológico dirigido por Rafael Varón ubicó este yacimiento la antigua ciudad de Deóbriga.2
Etimología
Algunas fuentes indican que el nombre "Deóbriga" provendría de la unión de la raíz Deo-, cuyo significado tiene que ver con la palabra diosa o divina, y -briga, que significa fortaleza. Otras basándose en que la fundación de Deobriga es atribuida al rey Idubedo, nieto del patriarca Tubal, indican que el final del nombre habría sido dado en honor a su hijo y sucesor Brigo.
Investigaciones
Empedrado y restos del yacimiento (2010).

Base de un muro de una edificación (2010).

A finales del siglo XVIII se llevaron a cabo las primeras prospecciones del yacimiento a cargo de Lorenzo de Prestamero que halló numerosos restos de época romana. A mediados del siglo XIX, Remigio Salomón encontró una pequeña estatua (actualmente en paradero desconocido) de la que documentó, entre otras cosas, lo siguiente:
Uno de los cuatro barrios de Miranda de Ebro, es más distante, es el de Arce-Mirapérez, que se compone de seis medianas casas, y que tiene su asiento no lejos de las Conchas de Haro, en la misma carretera de Bilbao á la Rioja, a pie de un pequeño cerro, dando vista por el O. á una dilatada llanura que fertilizan los ríos Bayas y Ebro.
En lo antiguo se sabe que hubo un monasterio dedicado á Santa María, que se incorporó luego a la de Premostratenses de Bugedo, del cual fue granja hasta la última esclaustración.
En el suelo de Arce-Mirapérez debió de existir un pueblo numeroso en la época de los romanos, porque las tierras próximas se encuentran llenas de sepulcros, de fragmentos infinitos de barro saguntino, de grandes ladrillos redondos y cuadrados, de utensilios de hierro y de cobre y de otras antiguallas curiosas, viéndose todos los años los colonos del barrio disgustadísimos, porque en una extensión de cerca de media legua apenas pueden introducir sus arados, los cuales se embotan en las piedras labradas con que tropiezan, y en los largos y espesos cimientos que hallan casi á la superficie, cuyos terrenos, impregnados demás de partículas de cal, agostan y marchitan los frutosá poco que no acudan las lluvias en la primavera.
Nosotros, al visitar por primera vez las ruinas de Arce-Mirapérez, supimos con sentimiento que nadie había tenido la curiosidad de fijar su atención en ellas, y que el bronce, el hierro y las monedas que parecian se daban á los traperos, como cosas despreciables, por una ó dos libras de peras o por un puñado de castañas.
Desde entonces procuramos adquirir todo lo que se nos proporciona, pagándolo por su justo precio, y formamos el proyecto de emprender a nuestra costa y espensas algunas excavaciones, aunque en pequeñísima escala, según acabamos de realizarlo, habiéndolas suspendido por la sementera y las nieves, no sinque hayan dejado de darnos, en pocos días, los resultados satisfactorios de descubrir entre restos de mosáico y de pavimentos de petrificada argamasa la estátua copia exacta va al frente de este artículo.
Aquella es de cobre, su tamaño identico al del grabado, tiene el barniz que únicamente presta el tiempo, y la falta por desgracia todo el brazo izquierdo; pero sin embargo, por la ropa talar y por el casco, se conoce que debe representar á la diosa Palas; al menos tal es nuestra humildísima opinión, que, sin reparo, sometemos gustosos al examen de los arqueólogos, puesto que podemos equivocarnos por no pasar de ser meros aficionados a las antigüedades.
Lástima que el estado de nuestra patria no permita al gobierno de S.M. destinar algunas sumas para atender al reconocimiento de los terrenos donde se sabe ó presume se levantaron pueblos celebérrimos, y á la compra de los objetos curiosos que encierran, ó que sise encuentran por pura casualidad se destruyen, ó van á parar á los museos extranjeros, y los mas á los crisoles de los latoneros y plateros, y á las fraguas de los herreros de las aldeas.
Remigio Salomón (s.XIX)
Durante el siglo XX, más concretamente en 1970, se encontraron dos necrópolis perteneciente a Deóbriga. La primera se halló junto a las últimas casas del poblado de FEFASA y la otra, conocida como Vetrusa (Berantevilla), apareció en territorio alavés con numerosa cerámica celtibérica y romana.
Entre los años 2004 y 2006, se llevaron a cabo una serie de estudios arqueológicos dirigidos por Rafael Varón Hernández enmarcadas en la Arqueología de Gestión. Estos estudios dictaminaron que la extensión rondaba las 26 hectáreas y que por tanto, debido a su tamaño e importancia, la ciudad que se esconde bajo tierra era Deóbriga.
Los trabajos de esta última investigación fueron llevados a cabo a partir de técnicas clásicas como las prospección, muestreos sistemáticos, excavaciones, etc; y por métodos innovadores como la toma de fotografías aéreas cedidas por François Didierjean de la Universidad de Burdeos 3 (Francia) en la que se observa, entre otras cosas, el trazado de la ciudad.
En verano de 2009, durante la construcción de un cercano polígono industrial, aparecieron restos de algunas edificaciones y restos oseos en la orilla derecha del río Ebro, colindante al yacimiento de Arce-Mirapérez, y que corresponden a Revenga. En 2010 se perdieron cerca de 4.000 metros cuadrados de yacimiento a causa de la construcción de una carretera que comunica el Poligono Industrial de Ircio con la carretera de Logroño.4 5 En las prospecciones previas a la destrucción parcial del yacimiento en 2010 se comprobó que la ciudad celtíbera también ocupó gran parte de la extensión correspondiente a la ciudad romana, quedando patente la importancia del yacimiento. Ni la Junta de Castilla y León (promotora del vial) ni el Ayuntamiento de Miranda de Ebro mostraron interés en proteger la zona.
Cronología
El yacimiento de Arce-Mirapérez abarca un arco histórico que va desde la Edad del Hierro II, pasa por el periodo romanizador, con restos de Alto y Bajo Imperiales, y con el paso del tiempo dio lugar en la Alta Edad Media a la "fortaleza" de Revenga (Revendeca en las crónicas de Alfonso III sobre los avances de su antepasado Alfonso I entre los años 750 y 752), que posteriormente se convertirá en una aldea que perdurará hasta el siglo XIII y que compartirá espacio con Arce-Mirapérez (al menos desde el siglo XI)
Edad del Hierro
Los hallazgos más antiguos datan de la Edad del Hierro II, una época con un desarrollo que podría abarcar desde los siglos IV-III a. C. hasta la mitad del siglo I d. C. Se trataba de una ciudad indígena, Deóbrigasegún las fuentes, que pertenecía a la tribu de los autrigones. La principal ubicación del castro es el cerro de El Infierno, aunque es posible que se extendiese por la llanura que queda al Norte del mismo, incluso se podría relacionar con el asentamiento de Vetrusa, al lado Norte del Zadorra en término de Berantevilla. El castro tiene unos 120.000 metros cuadrados y contaba con muralla, aterrazamientos defensivos , etc.
Época romana
El momento de mayor esplendor de Deóbriga llega entre los siglos I y II d. C., en la que la ciudad alcanza una extensión superior a 26 ha. Se estima que en el momento de máximo esplendor habitaron la ciudad unas 6.500 personas. El núcleo estaba situado cerca del la calzada romana conocida como Ab Asturica Burdigalam (Astorga-Burdeos) o Iter XXXIV en el Itinerario de Antonino. Se han identificado bases o apoyos que podrían evidenciar la existencia de pórticos, incluso viviendas con plantas superiores. Respecto al trazado se ha observado una calle de dirección Este-Oeste y tres ramales perpendiculares a ella, que estarían revelando un trazado hipódamico de nueva planta importado de los modelos romanos y latinos.
Tardoantigüedad y Alta Edad Media
No existe apenas información tras el colapso del Imperio romano, y las siguientes noticias documentales que tenemos sobre la zona nos hablan de la destrucción de la fortaleza de Revendeca (que da el actual topónimo de Revenga) por Alfonso I de Asturias en el ataque y despoblación/desestructuración que realiza entre los años 750-752 a la frontera defendida por los musulmanes al Norte del río Duero.8 También destruyó la fortaleza de Miranda, cercana de la actual Álava (Veleia) o de La Rioja (Briones). Algunos autores han apostado porque el topónimo Revenga tenga un origen visigodo y que las fortalezas mencionadas, Revendeca y Miranda, hubiesen sido sede de pequeños asentamientos visigodos tras el fin del Imperio romano.
En el año 804 el obispo Juan de Valpuesta repuebla el territorio de la Cuenca de Miranda dejando al margen tanto Revenga como Miranda, que quedarán bajo el control del Obispado de Calahorra.
Edad Media
Las siguientes referencias documentales están cifradas en el Fuero de Miranda (datado en origen en 1099), que nombra tanto a Revenga como a Santa María de Arce entre los poblados pertenecientes al alfoz mirandés, junto con otros situados entre la desembocadura del río Bayas y el río Zadorra.
En el siglo XIII tendremos la última noticia documental sobre Revenga, que se convertirá en un despoblado medieval dejándonos su topónimo a los dos lados del río Ebro, probablemente en el lugar dónde existió el vado que permitía la comunicación entre las dos orillas.
Situación actual
Actualmente el yacimiento se encuentra enterrado a varios centímetros de la superficie bajo las tierras de labor. La actividad agraria, en ocasiones, provoca la extracción de piedras provenientes de los muros de las edificaciones. En el cerro El Infierno, donde en principio se ubicaría el castro autigón, se encuentra un depósito de agua y restos del hormigonado de lo que fue una caseta de tiro.

Miranda
22/10/2008
El yacimiento de Arce tiene valiosos restos de una gran ciudad romana
Unas novedosas fotografías aéreas permiten ver el trazado de sus calles y su dimensión
Rafael Varón expuso con varias proyecciones de apoyo los detalles de las excavaciones y las fotografías aéreas.
TRUCHUELO

Lo que hoy es una zona a las afueras de Miranda coincidente con buena parte de los terrenos de Arce-Mirapérez, la fábrica Rottneros y la urbanización El Lago, fue entre los siglos I y V después de Cristo una ciudad romana de importantes dimensiones. Una afirmación de gran calado que viene a desvelar que el entorno de la actual Miranda fue un punto destacado en la romanización de la Península Ibérica y que coloca a la ciudad como un núcleo de gran interés arqueológico, y si las administraciones apuestan por ello, como un posible y nuevo atractivo cultural y turístico para Miranda.
Y todo gracias a la combinación de diferentes trabajos de investigación que ayer desveló el arqueólogo mirandés de la empresa Ondare Babesa, Rafael Varón, responsable de las excavaciones arqueológicas realizadas en los últimos años.
Por un lado se ha recopilado abundante información sacada en las excavaciones que ha deparado la extracción de numerosos restos arqueológicos, principalmente cerámicas y material constructivo, ya que se cree que los metales (como monedas) han sido extraídos a lo largo de los años de manera ilegal. Por otro (y es una de las novedades que permiten apoyar la existencia de la ciudad romana) se han aplicado técnicas de fotografía aérea en colaboración con la Universidad de Burdeos 3.
Y en esas imágenes se ve perfectamente lo que los expertos han distinguido como la trama urbana de la ciudad con sus calles y diferentes espacios. «Son fotografías muy significativas, que permiten dimensionar el tipo de asentamiento ante el que nos encontramos, que en la bibliografía existente había sido catalogado como un yacimiento pequeño, un asentamiento rural de escasa entidad, incluso cronológica, y no es así», explica Varón, que hace actualmente su trabajo predoctoral sobre esta inédita investigación.
Y así, en las imágenes aéreas utilizadas ya en muchas otras investigaciones arqueológicas, se observa el discurrir simétrico de las calles y su ordenación, algo tremendamente válido para los investigadores ya que les permite dar una dimensión muy real a lo que allí había, y sobre todo a lo que puede haber bajo centímetros de tierra. «Nos hemos encontrado con una ciudad romana como Dios manda, que tiene unas 26 hectáreas de extensión», comenta el arqueólogo. Incluso, según cálculos hechos para otros asentamientos, alcanzaría los 6.500 habitantes, población que Miranda no tuvo hasta el año 1910.
Un tamaño similar a otras ciudades de tipo intermedio de la época romana, similar a la Astorga o a la Pamplona de la época, menor que la Clunia burgalesa y también algo menor que la cercana Iruña-Veleia de Álava. «No es un yacimiento pequeño, es una población que articula el territorio de la cuenca de Miranda en la época romana», dice Varón, algo muy útil también para conocer mejor la romanización de la Península, que se revela con importantes ciudades cada ciertos kilómetros que servían para regular y administrar el territorio.

Un complemento. Pero el arqueólogo insiste en que estos documentos aéreos no tienen validez por sí solos, y por ello requieren de un trabajo arqueológico tradicional que viene a apoyar la existencia de este importante asentamiento. «Aquí tenemos el contraste de la foto aérea y las excavaciones», explica, algo que permite determinar la dimensión física, pero también la cronológica.
En este apartado los restos recuperados son valiosísimos para los investigadores y así hay fragmentos de cerámica del siglo I en adelante procedente de talleres de Francia y de otros como los que había en el valle del Najerilla, unos de los alfares más importantes del imperio romano. «Tenemos materiales que cronológicamente funcionan mejor que el carbono catorce para datar en época romana que nos dan esa continuidad del asentamiento. Hay piezas de un taller muy específico, y lo sabemos porque las piezas tienen un sello, un sigilo, que permite identificar el taller en el que se hizo, y nos da una precisión con sólo 30 años de margen de error», aclara.



Muchos servicios. Todos estos descubrimientos permiten, si no asegurar, ya que haría falta la excavación completa de la ciudad romana, al menos si pensar en la dimensión funcional que tuvo. Y así, en función de los restos encontrado y del tamaño, se puede pensar que fue una población grande, con importantes servicios administrativos, religiosos, sanitarios e higiénicos, con foro y mercado… «¿Qué tenía?... Hoy por hoy se puede hacer un indicio, porque tenemos materiales que irían con ese tipo de edificios: ladrillos para hacer cámaras, capiteles de suspensura, piezas que no pueden ser de otra cosa que no sean edificios como termas, por ejemplo, y eso no sale en un asentamiento pequeño, sale en sitios grandes en los que ya hay servicios», argumenta. Todo, teniendo en cuenta que la construcción de la Fefasa y de El Lago, destruyeron restos en una época en la que además de no haber conciencia sobre el patrimonio, tampoco había muchos elementos de protección.

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