No es sólo un grupo de hombres corriendo detrás de una pelota. El fútbol es más que un deporte, tanto para los fanáticos como para la ciencia, que asegura que cada emoción vivida por el hincha le dice quién es, lo empodera, y hasta lo hace cognitivamente más hábil. ¿Qué sabe la ciencia de la pasión?
Un partido de fútbol puede llegar a ser infartante. Literalmente. Las pulsaciones suben a más de 125 por segundo cuando el jugador se va a acercando con la pelota al arco y el hincha queda con el corazón en la mano. Así ocurrió en el Mundial de Francia 98: los ataques al corazón aumentaron un 25% en Inglaterra en la definición a penales con Argentina.
El fútbol dejó de ser cosa sólo de hinchas y hoy la ciencia explica qué pasa en el cerebro de los fanáticos. La expresión máxima de lo que provoca un partido está ligada al gol: aumenta la adrenalina y el cuerpo se pone en estado de alerta. Se eleva la presión sanguínea, se aprietan los músculos y el cuerpo de los hinchas se llena de testosterona, la hormona del poder sexual, la fuerza, la fiereza, la agresividad y que, a la larga, el cuerpo pide como a una droga. "En un partido pasa algo común con los adictos al juego: opera una incomparable cantidad de dopamina, la hormona del placer", dice Lister Rossel, siquiatra de Clínica Las Condes.
Un jugador más
En uno de los estudios más emblemáticos al respecto, el doctor en psicología Paul Bernhardt y sus colegas reunieron 21 hombres futboleros para ver la final del Mundial de 1994 entre Brasil e Italia, con hinchas de ambos equipos. Se les tomó pruebas de saliva antes y después de ver el partido. Cuando terminó, los perdedores no sólo estaban tristes y desanimados: su nivel de testosterona, de hombría, de osadía, había disminuido considerablemente. Todo lo contrario ocurrió en los ganadores: la testosterona había aumentado. Según Bernhardt, los niveles masculinos de testosterona, en los hinchas, aumentan más de un 20% tras una victoria y descienden otro 20% luego de una derrota de su equipo."El triunfo remece el sistema hormonal de manera positiva y la testosterona entrega la sensación de poder, como en el triunfo territorial, tal como lo hacían los conquistadores", complementa Rossel.
Bernhardt explicó a La Tercera que las variaciones de testosterona en los fanáticos fueron similares a las que presentan los propios jugadores ante el triunfo y la derrota. Para Bernhardt, el verdadero fanático "es el que tiene atada parte de la idea de sí mismo al equipo y si el equipo cambia de estatus, ya sea gane o pierda, el hincha también cambia", incluso en otras áreas de la vida. Más: investigadores de la U. de Indiana demostraron que los fanáticos que se sienten personalmente involucrados en un equipo o que asisten a los partidos para alentar a su equipo obtienen beneficios de salud mental por una sensación de conexión social.
Estudios de Daniel Wann, autor del libro "La anatomía de los fanáticos del deporte", revelan que mostrar intenso interés en un equipo influye directamente en la autoestima del fanático. Cuando el equipo gana, los fanáticos son más optimistas respecto a su sex appeal, están más confiados de sus habilidades mentales e intelectuales que, efectivamente mejoran. Pero todo se desvanece con la derrota.
El súper lector del partido
Durante el partido, el hincha tiene una lectura única del encuentro, según un estudio de la U. de Chicago. Como un músico que ve una partitura que para otros no es más que puntos y líneas, el fanático es experto en entender qué pasa en la cancha. ¿Por qué? Porque los hinchas pueden recordar los movimientos físicos del partido sin verlo propiamente, aumentando la actividad en la corteza pre motora dorsal izquierda, que influencia los dos hemisferios del cerebro, un ejercicio cognitivo casi imposible para las personas que carecen de los conocimientos deportivos necesarios. La persona que no es un fanático no tiene idea de cómo interpretar visualmente el comentario. El aficionado, en cambio, visualiza los movimientos en su mente como en una obra de teatro e incluso podría verse inconscientemente imitando el movimiento.
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