THE WAY (2010) "NOS PONEMOS EN MARCHA. DIME TU NOMBRE"

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AÑO 2010
DURACIÓN 120 min.
DIRECTOR Emilio Estévez
GUIÓN Emilio Estévez
MÚSICA Tyler Bates
FOTOGRAFÍA Juanmi Azpiroz
REPARTO Martin Sheen, Deborah Kara Unger, James Nesbitt, Yorick van Wageningen, Simon Andreu, Emilio Estévez, Ángela Molina, Eusebio Lázaro, Carlos Leal, Tchéky Karyo, Joaquim de Almeida
PRODUCTORA Coproducción España-EEUU; Filmax Entertainment

"Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho" puso en labios del ingenioso hidalgo don Miguel de Cervantes hace siglos en aquel mamotreto que dió por llamar "El Quijote" del que todo el mundo presume haber leído cuando lo cierto es que el libro solo les vale para hacer juego con los muebles de la sala.
Y yo cada vez que me topo con películas de exaltaciones folclóricas, religiosas o políticas he de confesar que me tiemblo como el azogue porque ya son demasiadas las que han echado los restos alabando lo que les interesa y desoyendo realidades "asín" de grandes. Dicha sea esta tontería, que puede ser que no lo sea, vamos a la película que es lo que interesa.
Con "The Way" (¡qué guay! y disculpen el chiste fácil, ya entenderán lo de "guay, qué chupi chupi" que es) me pasó algo parecido. La cogí con pinzas por el tema que trataba y encima, para más "inri" era medio gallega y medio americana. O sea, como el café que venden en la ciudad, un 70/30. De 50/50 nada de nada, y la mayor parte de las veces, descafeinado de garrafón.
El verdadero nombre del actor Martin Sheen (Apocalipse now, ,Francis Ford Coppola,1979 entre otras) es Ramón Antonio Gerardo Estévez. Su padre es un emigrante gallego que en Estados Unidos formó una familia, de artistas por lo que parece, ya que su nieto, el director Emilio Estévez, ha querido homenajear la tierra de sus antepasados realizando la película 'The Way' con su padre como protagonista. Y Julio Fernández, responsable de Filmax y gallego de pura cepa, ha visto una buena oportunidad para coproducir con Estados Unidos de una forma bastante razonable.
Evidentemente, la película trata sobre el Camino de Santiago y los avatares de cuatro personajes de lo más variopinto, cada uno con una ¿pesada? carga en sus hombros y suspirando porque Santiago les libre de ese saco de cemento de más que llevan encima.
La trama podía ser más complicada pero se queda en superficie para que durante dos horas pensemos que cuando lleguemos a nonagenarios le podamos hacer la competencia a Martín Fiz y Abel Antón juntos, y le dejemos atrás por los montes del Norte de nuestra piel de toro. Ese sería uno de los múltiples fallos si agudizamos vista y oído que nos vamos a ir encontrando.




La película en sí se libra porque, aún rozando la sensiblería, no se llega a convertir en lacrimógena, para desesperación de más de un meapilas y no hay milagritos, ni tan siquiera con el tabaquismo por muy devoto al Santo que uno sea.
La premisa argumental que marca todo el desarrollo es de lo más simple. Un oftalmólogo de prestigio practicamente ateo y centrado en su trabajo, recibe la noticia de que su díscolo hijo ha estirado la pata en los pirineos franceses antes de iniciar el camino. Y en lugar de repatriar el cuerpo se decide a repatear la senda hasta Compostela con sus cenizas en la mochila.
En los primeros 5 minutos de estas dos horas de proyección hay dos frases que van a marcar todo el desarrollo, creando casi un "tour de force" que obliga a que los resultados y acontecimientos desemboquen en situaciones previsibles, aunque tratadas con manos blancas. Demasiado blancas.
En la partida de golf, al inicio de la proyección, Martin Sheen como buen oculista comenta:"Los ojos son el espejo del alma" (muy español eso para que lo suelte un yanqui), a lo que le responden "¿Cómo va a saberlo si el no tiene?".
Y la segunda, para que veamos lo pasota que es con cosas trascendentales, un cura le comenta "¿Le gustaría rezar conmigo?. Martin responde con un escueto"¿para qué?. Pues bien, a partir de ahí el resto de anécdotas, tales como que los hispanos somos borregos, estamos chiflados o somos huraños, peseteros y desconfiados (y viejos, versus Ángela Molina), una camino de postal verde donde nunca llueve ni hace mal tiempo, abuelos incansables que ven visiones agradables, gitanos burgaleses de cartón piedra chusco haciendo fogatas en el centro de Burgos, Y NI UNA SOLA AMPOLLA, CALLO, ESGUINCE, TORCEDURA O MALDAD QUE SE OS OCURRA.
No quita para que sea un film amable, pero si es para su distribución fuera de nuestras fronteras, USA por ejemplo, no me extraña que nos traten como nos tratan. Como tontalabas.
Se deja ver. No es nda del otro jueves pero se deja ver. Y supongo que el que haya hecho el Camino le traerá buenos recuerdos. Yo conozco algunos de esoso sitios y me traía recuerdos, insisto, amables.
Ahora, a calzarse unas botas, un saco de dormir y a ganarse el Jubileo. ¡Ah, para algunos San Fermín arranca un uno de Enero y finaliza, borrachos de vino tinto, un treinta y uno de Diciembre.
Mal que nos pene, así nos ven fuera.

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