ESCRIBIR, LO QUE SE DICE ESCRIBIR, CUALQUIERA PUEDE HACER LA “O” CON UN CANUTO.

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A partir de hoy, 4 de Junio de este sufrido 2012, arranco una nueva bitácora, un nuevo blog más ceñido a intereses sociales, donde iré vertiendo idea tras idea, pero con mayor definición. ESO NO QUIERE DECIR QUE ABANDONE ESTE, NI MUCHO MENOS. Seguiré aquí en la misma onda y surfeando la cresta de la ola. Son años de compañía y de noches largas, a veces oscuras y amargas, y otras diáfanas y placenteras. La nueva página lleva por enlace:
http://undiamalpareotro.blogspot.es

No es competencia desleal de esta que lees puesto que sale de los mismos dedos, sin injerencias y sin presiones. Que las disfrutéis. Me sigo repartiendo aunque quiero pensar que sigo siendo el mismo.(la página nueva está en periodo de prueba, que conste)



Coloquemos en cualquier chat de cualquier red social a un buen articulista o escritor apasionado con sus ideales y dejémosle trabajar en lo que sabe medianamente bien hacer (nadie es perfecto): que escriba y arremeta contra todo y contra todos. Que ponga en sus dedos las palabras que nunca nos atrevimos a poner nosotros mismos, Para eso está el. Nuestro chivo expiatorio preferido si hay que llevar a alguien en cabeza al matadero. Que se ilusione como un niño con zapatos nuevos, que nos enseñe e indique cuáles serían, a su gusto, los caminos más adecuados y acertados para lograr nuestros particulares objetivos, para sentirnos llenos, ahítos y completos, aunque sea a costa de apropiarnos de las ideas de otro que habremos de defender como propias. Es lo que siempre ha definido nuestro “modus operandi”, la apropiación indebida. Y si es con premeditación, nocturnidad, alevosía y compadreo, tanto mejor.

Dejémosle solo, sin amedrentarle, ni socavarle, ni influenciarle. Que escriba, como buen escriba, sus propias reflexiones y solo le condicionaremos a su “publicación inmediata” para nuestro deleite y engorde de nuestro seboso y, ya de por sí, orondo ego. Alrededor de su praxis inocentemente bien edificada, humildemente encauzada, honestamente significativa, en esa pérdida de tiempo para muchos y ganancia en río revuelto para otros (incluso para el autor, que devanó sus meninges en la elaboración de “cuatro letras mal paridas”), empezarán a nacer todo tipo de florecillas, asilvestradas las unas, enredaderas otras, y no habrán de faltar las ponzoñosas, dañinas y parásitas que se alimenten de algo a lo que nunca han de llegar: no pisarán los pórticos del afán y se quedarán en el letargo que producen los claustros lóbregos del ansia.



No nos interesa su discurso, ni sus elucubraciones, ni sus chascarrillos ni tan siquiera sus divagaciones. Solo nos conduce la avaricia de que se nos vea que estamos junto a él en la foto de grupo, amigos de toda la vida que seguimos siendo, con el que hemos compartido momentos más malos que buenos, que para eso están los compañeros de verdad, aunque todo sea una gran mentira y una falacia, una invención y un embuste.

Y para que se reconforte y se piense que le hemos leído, que compartimos su imaginario, que nos sentimos partícipes de tan magnas glosas ¡qué mejor regalo que la certera palmadita en la espalda! Para eso si que somos maestros artesanos, va innato en nuestros mundanos genes.
El halago y la zalamería se ponen en marcha cuando se “comparte” algo que realmente pocos llegarán a compartir. Pero no cuesta nada pulsar dos o tres teclas, picar en el “me gusta esto”, si con eso nos creemos que pulsamos la tecla oscura y recóndita del tejedor de nuestros efímeros sueños.

Y así le diremos: ¡Qué praxis! ¡Qué delirio! ¡Qué reflexión concienzuda! ¡Qué reflexión concienciada! ¡Hacía tiempo que no leía nada tan soberbio! ¡Qué genio, rabia y don de gentes! ¡Maestro, otro toro lidiado con tanta enjundia como éste y la Puerta Grande es suya! ¡Qué tronío! ¡Qué desparpajo! ¡Qué…!

¡Qué leches! Dejemos de dar lametones al polo de fresa ácida de tres pesetas y un real de vellón del “pobrecito hablador” y a olvidarnos de escarnecer a nuestro desvaído país, Las Batuecas, efímero de nuevo. Bastante dolorido está ya por la dejadez, la desidia y la inane de sus gentes, aborregadas y cómodamente aburguesadas. Y aunque sea por una vez, una sola, con entereza, subamos a ese carro que pasa cada día con menos frecuencia por delante de nuestra puerta. Arriesgarse todavía es gratis pero es vital y muy urgente. El día que no veamos transitar el burro del aguador por delante de nuestra morada, será cuando nos quejemos. Lloraremos recónditas lágrimas de cocodrilo. Pero ya no habrá solución posible. Será tarde de nuevo.

Me gusta o no me gusta. ¿Twittear o Facebook? Difícil elección. Pero copio y pego. Y quedo bien. Aunque la columna haya salido de mis dedos. O de mis garras.

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