LADRÓN DE BICICLETAS. (1948)

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Ladrón de bicicletas. (1948)
TÍTULO ORIGINAL: Ladri di biciclette. (88 min.)
DIRECTOR: Vittorio De Sica
GUIÓN: Cesare Zavattini, Vittorio De Sica, Suso Cecchi d'Amico & Otros (Novela: Luigi Bartolini)
MÚSICA: Alessandro Cicognini
FOTOGRAFÍA: Carlo Montuori
REPARTO: Lamberto Maggiorani, Enzo Staiola, Lianella Carell, Gino Saltamerenda, Giulio Chiari, Vittorio Antonucci

PREMIOS: 1949: Nominada al Oscar: Mejor guión. Premio Honorífico a la Mejor película extranjera. Globo de Oro: Mejor película extranjera. BAFTA: Mejor película. 6 premios del Sindicato Nacional de periodistas italianos, incluyendo, película, director. 2 premios National Board of Review: Mejor película, director. Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera

SINOPSIS: En la Roma de la posguerra, un obrero en paro consigue un sencillo trabajo pegando carteles a condición de que posea una bicicleta. Obra maestra del neorrealismo italiano, y la más conocida de la famosa trilogía de De Sica -junto a "Umberto D." y "Milagro en Milán"-, fue una película clave de la posguerra que influyó notablemente en muchos directores europeos. (Filmaffinity)


NO LA RECOMIENDO.

Miseria, hambre, desesperación, amargura. Todo eso (y es poco se los juro) es lo que refleja este clásico entre clásicos que luego de verlo te deja una sensación de desesperanza que perdura. Porque de por sí es horrible ver un film tan realista donde nuestro protagonista y su hijo parecen condenados a la absoluta pobreza. Puedo soportar cualquier escena fuerte de cualquier índole. Pero ver a un niño sufrir es algo que me desespera y me duele como ninguna otra cosa. Y ver tanto maltrato y dolor injusto en un pequeño, que desanda su derrotero por la vida acompañando a su padre es casi diría yo masoquista. Amo el cine más que cualquier otro arte, siento que aprendí las cosas más valiosas a través de él. Pero les aseguro con una mano en el corazón que esta maravillosa obra del gran Vittorio es lo más triste que vi nunca. La volví a ver después de muchos años y me dolió tanto como la primera vez. Abracé muy muy fuerte a mi hijo mientras él dormía y me juré nunca volver a verla. Es de un realismo tan lacerante que no, no la recomendaría. Creo que demasiado angustiosa es la vida para que una película me haga tanto daño. Porque todo se puede soportar y tolerar menos el dolor tan profundo de una criatura.
(Crítica de un amiguete. Razón llevas, bellaco)

LO QUE A MÍ ME PARECE (no tiene por qué ser lo correcto):

Un coleguilla me dijo sobre “Ladrón de Bicicletas”, hace ya bastantes años, en aquellos tiempos que los “progres” éramos más frikis y más pijos que los niñato-flautas de ahora y paseábamos nuestra chaqueta vaquera Lois o Wrangler, por las avenidas de Zaralonia, (las chamarras con borreguillo, el que tuviese jurdós de sobra) que esa película era "una auténtica pedrada". No me quedó excesivamente claro si se refería a que era un coñazo del séptimo arte, que entonces entre los Fassbinder y los Herzog era lo que estaba de moda, o que era una lapidación salvaje a nuestras “juveniles almas concupiscentes y libidinosas”, de esas de cine fórum y de salir con cara de bobochorra intelectual y circunspecto (a ser posible con gafitas tipo Lennon y perilla, que cundía mucho con las faldas ajenas)

Octavo largometraje de De Sica (recomiendo encarecidamente completar el visionado de la trilogía con “Humberto D.” y “Milagro en Milán”) y una de sus obras más emblemáticas, junto a su precursora “Roma, Citta aperta” de Roberto Rosselini. Escrita por Cesare Zavattini y De Sica, con un grupo de colaboradores, se basa en la novela “Ladri di biciclette” (1946), de Luigi Bartolini. Se rueda en escenarios reales de Roma entre mayo y junio de 1948. Nominado a un Oscar (guión), gana el Oscar honorífico a la película de habla no inglesa. Producido por Giuseppe Amato y De Sica para PDS, se estrena el 24-XI-1948 (Italia).

Se rueda con actores NO profesionales que dan la talla en todo momento. Desde Lamberto Maggiorani como padre desgraciado, para cuyo papel en un principio se pensó en Gary Grant, acompañado junto a Enzo Staiola como su hijo Bruno, (De Sica cuentan que le contrató por sus peculiares andares) hasta un Sergio Leone haciendo una brevísima aparición como capellán resguardándose de aquella repentina lluvia en el mercado negro de Porta Portese, en mitad de la dramática búsqueda, donde (¡dato!) habían buscado antes aquel cuadro de bicicleta Fibes cuya matrícula diese con el ladrón .

Y otro dato: La bicicleta tenía en la Italia de 1948 resonancias de libertad singulares, dada la prohibición de su uso durante los años de la ocupación alemana, aparte de que fuese el medio de transporte de la mayoría de los obreros. Lejos quedaban entonces los Fiat 600, los Seat nazionales o Moncho Alpuente con su “Hombre del 600” (¡Adelante, hombre del 600! La Karretera Nazional es tu-u-u-yaaa...)

Junto con “El limpiabotas” (1946), “Milagro en Milán” (1950) y "Humberto D” (1952), el film compone la tetralogía que De Sica y Zavattini dedican a la realidad italiana (por extensión europea) de la posguerra. Si nos fijamos bien, hoy en día se producen este tipo de películas de países tales como Afganistán, Irán, o algunos países africanos, películas que no buscan un fin artístico sino un fin crítico. Aquí, De Sica coge a manos llenas la realidad sin adornos de la plebe que se desloma de sol a sol, de los desempleados apurados por encontrar cualquier mísero trabajo, de los ladronzuelos callejeros, de los cuentistas que se mantienen a costa de la ignorancia y de la credulidad ajena, y de los niños que se ven forzados a arrimar el hombro para aportar algo a la escasez de la familia. (En cursiva comentario desde Filmaffinity)

La cinta es intemporal y muy actual: el trabajo por cuenta ajena de menores (Bruno en la gasolinera como recadero), la escolarización no obligatoria, los desastres perdurables de la guerra, las deficiencias de la Administración y de las Instituciones públicas, el derecho al trabajo, el drama del paro de larga duración, la insuficiencia de los servicios público (transporte, seguridad, policía...), etc. Estamos en el 2012. ¿No nos suena de algo?

Las panorámicas de la cinta nos engullen dentro de la Roma menos conocida, en mitad de aquella miseria y desolación que provocaron las fuerzas aliadas de uno y otro bando, con una espléndida fotografía en blanco y negro de Carlo Montuori y una banda sonora memorable de Alessandro Cicognini a quien Woody Allen homenajea en "Broadway Danny Rose".

El paseo entre las ruinas me recordaron a Pablito Calvo en una cinta ¿menor? (¿estamos seguros de que era menor?) en “Mi Tío Jacinto”. Las mismas fuerzas libertadoras al servicio del pueblo que pusieron de moda, desgraciadamente, la frasecita de “Búscate la vida”. A los de arriba les importan un higo los de abajo desde siempre, hasta que vean que subimos las escaleras que llevan a su apartamento. Se le puede llamar aviso, por aquello de no ser traidores, o un toquecillo de atención. El cine ya se encarga en parte.



“Ladri…” nos va a recordar a Chaplin en algunas secuencias y sobremanera a “El Chico” (1920) como es la escena del restaurante y las últimas tomas. Ese Bruno también lo tuvimos por estos lares, porque la inocencia de los niños ha sido muy aprovechada por el celuloide. Y si no, que se lo pregunten a, insisto, Pablito Calvo y su “Marcelino, pan y vino” o esa gozadilla que es “Un Ángel pasó por Brooklyn”. De los actores que acompañaron a Pablito, labor para otra columna.

Por cierto, en la versión doblada al español en la etapa franquista que todos hemos podido oír, supongo, se "cuela" al final una voz en off, típica de los No-Do de la época, intentando vendernos la moto (la bici, no) dando eclesiásticas esperanzas a las que se agarran desarrapados y pobres de solemnidad para variar. Es más falsa que el alma de Rouco. En la versión original ni se la escucha ni se huele ese suavizante. Cosas del enanito de voz de pito y sus secuaces.

Y cualquier día hablamos de Berlanga, de Cassen y de “Plácido” o de Pepe Isbert y “Los Jueves, Milagro”. Pues eso: “busque, compare y si encuentra a otro gobierno que mienta mejor, ¡NO LES VOTES, TONTOLABA!”


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