El País está enfermo. Tiene borbonitis aguda, crónica y degenerativa.

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(Crónica de lo expuesto en su editorial del domingo,4 de Marzo de 2012)http://elpais.com/elpais/2012/03/03/opinion/1330804101_655612.html

Ya era hora. Por fin se ha corrido el telón para ver la obra panfletaria y periodística de un teatro de títeres al servicio, dicen ellos que progresista, al mejor postor. El País ha salido del armario, dejando destronado el rancio abolengo del ABC de las letras hispanas impresas. Se ha convertido en un fiel defensor borbónico ante cualquier contubernio judeo masónico que atacara la institución de sus entretelas. La soflama engañosa, la arenga encendida y la perorata alegatoria de esta editorial en el primer domingo de Marzo nos deja a la vista de qué pie han estado cojeando durante años, aunque se sabía, los que siempre se las han dado de progresistas, cuando lo único que han sabido hacer ha sido mantener una cobarde postura salomónica, un “ni quito, ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”, y ahora no hace falta que nos lo juren por lo más sagrado. Se les ha visto el plumero.
Ya en su primer párrafo derrapan miserablemente con “un explícito recordatorio por parte del Monarca de que absolutamente todos los ciudadanos son iguales ante la ley” Vale. ¿Todos?
Según la carta magna el rey es intocable (Título II, artículos 56 a 65) Por la misma, o está por encima de nosotros por decisión divina, llámesele faraónica, emperadora o apocalípticamente napoleónica, o está en el extranjero. Y ahí no está, de momento. Y por debajo parece que tampoco.
Nos entra en la cabeza, que no somos tan tontos, que es injusto que lo que hagan yernos o nueras no debe ir en nuestro descrédito personal. A fin de cuentas, allá cada uno con su “cadaunada”, que ellos solitos se lo han buscado.
Juan Carlos no puede comprometerse con los actos de Urdangarin. Ni con los suyos. Como la institución que encabeza J. C., meras figuras decorativas de porcelana encima del aparador de la salita que nos están saliendo por un ojo de la cara a todos y sin haberlas comprado.


Porque esa es otra: “Los hechos imputables al yerno del Monarca no tienen que ver con la forma de Estado que libremente fue asumida por los españoles durante la Transición política”. Los Borbones volvieron al panorama político con la Ley para la reforma Política de 1976, la 8ª Ley Fundamental del finado entonces, por fin y para siempre, Paquito, “el Chocolatero”.
Lo que se votó con miedo en 1978, ya nos imponía un Rey. Si acudías a las urnas, mal, porque presuponías lo que iba a pasar. Pero si no ibas, peor. Los famosos "controles encubiertos". A J. C. lo teníamos de sorpresa en el Kinder o, mejor, en el Rosco de Reyes, nunca mejor dicho. Porque aquí me da lo mismo que aparezca el haba seca o la figurita para el aparador de marras de arriba. Igual de sosos, correosos, secos y duros como piedras de molino con las que no hay forma de comulgar.
Continúa El País “(…) España no necesita de un debate artificial sobre la jefatura del Estado… Prácticamente… incluye a los más relevantes republicanos… que el Rey y la Corona han rendido y seguirán prestando servicios impagables a la libertad de nuestros ciudadanos, a la democracia española.... Necesitamos apoyar nuestras instituciones, no crearnos problemas que no tenemos (…)”
Pues, que bien, Ahora no es el momento para estos defensores borbónicos o monárquicos, que les daría igual. Pero el problema radica, no en que no sea ahora el momento. Ni han dejado que lo fuera en el pasado, ni tampoco podemos opinar en esta época y, para mayor recochineo, están convencidos de que no será necesario en el futuro. Todo queda “atado y bien atado”. Eso, hasta que el pueblo se cabree del todo, que a esas oposiciones muchos, si no demasiados, llevamos resguardo. No quieren darse cuenta de que se están rifando un buen montón de tortas, o de hostias, que no de ostias, y ellos llevan todas las papeletas.
Cualquier momento es bueno para ejercer nuestros derechos y nadie es quién para decirnos cómo, cuándo o dónde, siempre que se haga con respeto y sin invadir libertades ajenas. Mejor que nadie mandase, pero ya se sabe que eso es utópico. (Aunque estemos en ello). Más les valdría preocuparse por las dos “w” que les faltan en su argot periodístico de léxico sajón: ¿Qué? y ¿por qué? (*) Pero a lo mejor de pensar se les enferma la última neurona que les queda.


El declive de la monarquía en la aceptación popular:

El borbonismo ha sido erradicado por tres veces aunque con malos resultados, (Carlos IV versus Fernando VII, Isabel II y Alfonso XIII), pero la cabra tira al monte y se han aferrado a la coplilla de los mariachis: “y volver, volver, volver a tus brazos otra vez”. Parece que estuviesen pegados con loctite al cargo y sean, aparte de inviolables, inamovibles. Por consulta popular, ¿no nos podemos agenciar una espátula o una barra de uña, un estropajáx o una lija del siete para levantar esa costra? Parece que no, el resultado de lo invisible, la incertidumbre, el futuro desalentador y el desasosiego de una cuarta vez, en verdad acojonan.
Y para rematar, el rotativo conocido antes como “El País” al que ahora llaman “El reino” apostilla : (…) “Don Juan Carlos renunció en su día a los poderes recibidos (¿), devolvió la soberanía al pueblo español(¿¿), impulsó el cambio hacia la democracia y la protegió y defendió de los golpistas(¿¿¿). A los políticos corresponde definir ahora qué aspectos deberían actualizarse de una institución que ha rendido probados servicios a la ciudadanía (¿¿¿¿)” (…). Las interrogaciones, obviamente, no vienen en el texto original.

Parafraseando a Juan Carlos se le podría decir, con mucha amabilidad: “¿por qué no te largas?”. Los que avisan no son traidores. Son educados.



(*) Se decía que para hacer una buena noticia se debían seguir las reglas de las interrogantes sajonas: how?, when?, where?, what?, why? (cómo, cuando, dónde, qué, quién o por qué)

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