"BEBÉS" (2010)

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Hoy se proyecta en la Casa de Cultura en pases a las 18:00 y 20:30 horas la película “Bebés” dentro del ciclo que nos ofrecen los chicos de “Con otros ojos”. Aunque no tengo el dato (no lo encuentro) la entrada andará por 3,50 euros, supongo.


TÍTULO ORIGINAL: Bébé(s) (Babies), 2010
DURACIÓN: 79 min.
DIRECTOR: Thomas Balmes
GUIÓN: Thomas Balmes (Idea: Alain Chabat)
MÚSICA: Bruno Coulais
FOTOGRAFÍA: Jérôme Alméras, Frazer Bradshaw, Steeven Petittevill
SINOPSIS
La aventura de la vida comienza... Documental que sigue el crecimiento día a día de cuatro bebés, que viven en diversos puntos del mundo, desde su nacimiento hasta que dan sus primeros pasos: Ponijao, en Namibia; Bayarjargal, en Mongolia; Mari, en Tokyo, Japón, y Hattie, en San Fracisco, Estados Unidos. (FILMAFFINITY)

"La fotografía es impresionante y la música de Bruno Coulais es la mejor banda sonora posible para este fascinante diario visual (...)
El desfile de comportamientos infantiles es casi hipnótico, pero 'Babies" añade una cercanía refrescante y un humor feliz"
(Claudia Puig: USA Today)



Alain Chabat, el productor de “Bebés”, junto a la dirección de Thomas Balmès, no pudo tener idea más imaginativa que filmar el despertar a la vida de 4 bebés en diferentes partes del mundo. El resultado es una trampa mortal para adultos, sean padres, no lo sean o que les gustaría serlo alguna vez, porque durante la hora y pico de metraje (a alguno/alguna se le va a hacer escaso y corto), quedamos atrapados por estos seres cuya sonrisa exenta de picardías y de los palos que nos dará, de seguro, la vida, va directa instintivamente sin empalagos ni rodeos, a nuestro corazón. No hace falta palabras, ni narraciones en off o discursos grandilocuentes. Solo filmar con paciencia, como si de un concurso de “videos de primera” fuera, las chiquilladas de estos confiados “enanos”. Ver su interrelación con el mundo que en ese momento les rodea y dejarles hacer. A lo suyo. Intentar que la fotografía sea sencilla (sobre todo las tomas de Namibia y Mongolia) pero contundente, almibarar sin desentonar con una excelente banda sonora (Bruno Coulais, de Oscar), agitar sin exceso el cóctel, y ya tendremos el producto que nos presenta en bandeja de plata, de mimbre o informatizada Alain Chabat: “Bebés”.


La cinta nos acaba mostrando algo que, de mayores, vamos a olvidar con frecuencia y vamos a soslayar ladinamente: que nuestra naturaleza es común. Que al nacer no entendemos de países, gobiernos, clima, trabajo, penurias o sustento. Que las payasadas cuando somos canijos, las monerías, las caídas, el ansia de explorar, de meter los dedos en un enchufe, de introducir la mano peligrosamente en la boca de una mascota o pegarnos un sonoro piñazo al caernos de una silla es innato a todos y por igual antes de que vengan a contarnos algo de religión, de política o del color de la piel. O a asesorarnos personajes resentidos que nos harán abandonar los tiempos infantiles y pueriles para que seamos tan amargados como nuestros profesores y podamos amargar la vida de los que llegan, de los nuevos “bebés”.
El paralelismo entre los cuatro chiquitajos está llevado, válgame la expresión “de cine”, pero no nos llamemos a engaño. ¡Claro que vamos a salir extasiados de la sala de proyección!, ¡qué monos!, ¡qué bonitos!, ¡no tenían que crecer nunca…! Pero…
Y aquí empiezan los problemas. Alain, junto con Bàlmes, ha filmado las ñoñerías de cuatro recién llegados en cuatro puntos del globo para que seamos felices se nos caiga la baba, tengamos un orgasmo "pater-mater-familia" y digamos lo de “así teníamos que ser siempre, así. Y no crecer nunca”



Pero ¿qué hay de todos aquellos niños de la guerra, de los de los frentes de batalla, de los de la pelea día a día entre basura en las favelas, entre colonizadores armados hasta los dientes, de la hambruna y la miseria, de las jaimas en el desierto o los bloques de pretensado palestino, de los contaminados por radiación o de los que caen como moscas por enfermedades que las multinacionales farmaceúticas bien que evitan encontrar el remedio mientras se llenan los bolsillos, de los que viven el chabolismo a las afueras de cualquier ciudad cercana (no hay que irse muy lejos) y serán alucineros y delincuentes habituales el día de mañana por buscarse su particular plato de lentejas. De todos esos casos y muchos más, de los que les han obligado a punta de fusil a obviar sus raices, como los mapuches en América del Sur, de los que intentan que renuncien a sus costumbres y a su religión eliminando su derecho a llevar velo, de esos que la ATENCIÓN SANITARIA POR EL HECHO DE SER INMIGRANTE LES ES VETADA y otros, de todos esos que han llegado a la vida, a nuestro entorno, a nuestras vidas, de todos esos ALAIN CHABAT, THOMAS BÀLMES Y TODOS NOSOTROS NOS HEMOS OLVIDADO. Y son bastantes más millones que el paripé de estos cuatro mocosos.

Como curiosidades, podemos apreciar como el tierno infante estadounidense está completamente sobreprotegido, el japonés sobre estimulado y los otros dos siempre aparecerán como en estado errático y selvático, y que me disculpe François Truffaut (“El pequeño salvaje. L'enfant Sauvage. 1970. EXCEPCIONAL). Esta cinta es un mero divertimento que busca la sonrisilla cómplice sin más pretensiones. No es un documental antropológico ni mucho menos. Para salir contento y maravillado de la sala. Sin más, ni menos.

Aviso: No os asustéis si estáis solos en el cine rodeados de mujeres embarazadas. O de madres. Solteras, casadas, divorciadas, jóvenes, primerizas, cuarentonas, abuelas, despechadas, amadas, protegidas. O de padres. Y no creo que los papás acaben la proyección de la cinta como meros comparsas de sus parejas.

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