Aquella mañana no iba a ser normal y eso se notaba en la figura del presidente que buscaba algo afanosamente por todos los recovecos de la impresionante mesa de su despacho, de madera maciza. El despacho y la mesa. Impresionante.
El Presidente llamó nerviosamente al
Gerente de Gestión Interna sin saber que estaba reunido con el
Gerente de Planificación y Desarrollo de Ciencia junto con el de
Tecnología e Innovación a los que había llamado el
Consultor Jurídico. Nadie sabía nada del
Asistente de Presidencia que llevaba todo el fin de semana desaparecido con su
Secretaria Ejecutiva. Ninguno de ellos le hizo el menor caso, así que insistió en el escalafón aun a sabiendas de que era un descenso a los infiernos sin probables resultados.
En
SERVICIOS OPERATIVOS, el
Coordinador de la Unidad de Gestión de Ciencia y Tecnología discutía acaloradamente con los
Analistas de Proyectos, el de
Casas de Ciencia, Tecnología e Innovación y el becario nuevo y
Analista del Programa de Becas que no le caía excesivamente bien al
Coordinador de Tecnología y Sistemas. Desde que le habían ascendido de su antiguo puesto de
Especialista en Telecomunicaciones era la pesadilla del
Coordinador de Informática y del bisoño
Administrador de Redes. No tenían tiempo de solventar problemas presidenciales. ¡Pues no faltaba más que perder el tiempo, ahora que estaban con los nuevos lanzamientos, en caprichos de las alturas!
El Coordinador y el Asistente de Promoción y Divulgación, que se rumoreaba que tenían algo más que una amistad profunda, o sea, que perdían aceite por todas las juntas de culata, decidieron que para evitar el marrón que procedía desde el despacho del Presidente cuando oyeron que les llamaba, y dado que los que había entre ellos y ese sillón en la última planta estaban o ausentes o muy ocupados, consultaron con los
SERVICIOS DE APOYO.
Los únicos que estaban al otro lado del interfono eran los
Coordinadores de Presupuesto, de Finanzas y de Contabilidad. El trío “
Maravillas” o el
Trio Los Panchos. Pero estos parecían tener material, archivos y carpetas de sobra entre recortes de plantilla y hacer frente a los sindicatos. En un tono muy educado les pasaron a otro número privado que era el del
Supervisor de los Servicios Generales que se lavó las manos y no se quiso comprometer.
Finalmente, al fondo de un largo pasillo, iluminado con blancas fluorescentes y subdivididos en parcelitas asépticas con un individuo de cabeza agachada en total sumisión sobre el teclado, se recortaba la silueta de una jovencita,
La Secretaria, que pacientemente sellaba y amontonaba carpetas para después detallarlos en su ordenador personal.
Detrás del escalafón no quedaba nadie más en las oficinas y no era cosa de recurrir a la
Zona de Fabricación ni a
Recursos Humanos. Mucho menos a los
Enlaces Sindicales. Con ellos no iba el asunto. Y los de fabricación bastante tenían con producir, evitar el absentismo y las bajas, incluida la de maternidad.
El único enlace con el que Mari Pili se llevaba bien era el
Contable que ejercía a su vez de
Pagador de entrantes y salientes y a éste le tocó darle el recado:
-Está el presidente que echa chispas. Lleva toda la mañana intentando que alguien le haga caso. Está que se sube por las paredes. Ha preguntado desde
el Gerente de Gestión Interna, el Gerente de Planificación y Desarrollo de Ciencia, Tecnología e Innovación, el Consultor Jurídico, el Asistente de Presidencia y su Secretaria Ejecutiva, el Coordinador de la Unidad de Gestión de Ciencia y Tecnología, los Analistas de Proyectos, de Casas de Ciencia, Tecnología e Innovación, el Analista del Programa de Becas, el Coordinador de Tecnología y Sistemas, el Especialista en Telecomunicaciones, el Coordinador de Informática, el Administrador de Redes, el Coordinador de Promoción y Divulgación, el Asistente de Promoción y Divulgación, el Coordinador de Presupuestos, de Finanzas y Contabilidad hasta al
Supervisor de los Servicios Generales…
-¿Y…?- dijo Mari Pili.
El contable sudaba copiosamente.
-Pues nada. Que ya estás perdiendo el culo, te pones las pilas y cagando leches le subes
un café con sacarina, solo y calentito. Y que Dios nos pille confesados…
¿Moraleja? Si construyes la casa por el tejado no sabes que sin la base, los cimientos, no eres nadie. Y lo más seguro es que los del sótano de abajo se cansen de tanta habitación vacía y suban a por los de arriba hasta que lleguen al tejado y planten un pino (**)
(*) Organigrama de una típica empresa actual, los cargos ejecutivos e “importantes”, en negrita.
(**) Era costumbre en la construcción que cuando los albañiles coronaban un edificio y acababan el tejado, plantasen un pino en el, aparte de una buena merendola.
CONCLUSIÓN:
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